La ansiedad es un mecanismo de defensa natural que todos experimentamos en ciertos momentos de la vida. Sin embargo, cuando este sentimiento se vuelve persistente y desmesurado, puede dar lugar a una «crisis de ansiedad». Este estado puede manifestarse en una variedad de síntomas físicos y emocionales. Por esta razón, te cuento cuáles son los síntomas físicos de la crisis de ansiedad, por qué ocurren y cómo puedes manejarlos.
Crisis de ansiedad: principales síntomas físicos
Una crisis o ataque de ansiedad es una reacción intensa de miedo y angustia incontrolable que viene acompañada de síntomas físicos y emocionales. A menudo, la persona puede temer por su propia vida debido a la intensidad de los síntomas; sin embargo, rara vez suponen una amenaza real para la salud.
Algunos de los síntomas físicos de una crisis de ansiedad más frecuentes son:
- Palpitaciones y taquicardia. Uno de los síntomas físicos más comunes de una crisis de ansiedad es la aceleración del ritmo cardíaco. Las palpitaciones pueden sentirse como un latido fuerte y rápido en el pecho, lo que a menudo provoca aún más ansiedad.
- Aumento de la presión arterial. Debido a la aceleración del ritmo cardíaco, la ansiedad puede conllevar un aumento temporal de la presión arterial. Si no se controla adecuadamente, este síntoma puede incrementar el riesgo de problemas cardíacos a largo plazo.
- Dificultad para respirar. La sensación de falta de aire es un síntoma que suele acompañar a una crisis de ansiedad. Las personas pueden sentir que no logran respirar con normalidad, lo que aumenta la sensación de pánico.
- Sensación de opresión en el pecho. Quien sufre una crisis de ansiedad y sus síntomas físicos puede sentir como si algo pesado presionara su pecho. Esta señal a menudo se interpreta erróneamente como un problema cardíaco.
- Tensión muscular. La ansiedad puede causar dolor y rigidez en los músculos, lo que, a su vez, puede agravar otros síntomas físicos.
- Sudoración excesiva. Durante una crisis de ansiedad, es habitual sudar abundantemente, independientemente de la temperatura ambiente.
- Temblores. En un ataque de ansiedad, tanto las manos como otras partes del cuerpo pueden tiritar y hacer creer a la persona que está perdiendo el control de su cuerpo.
- Mareos y desmayos. Los mareos son un síntoma habitual en una crisis de ansiedad. De hecho, algunas personas pueden sentirse tan aturdidas que tienen dificultades para mantenerse en pie. En casos extremos, puede producirse el desmayo.
- Náuseas y molestias estomacales. La ansiedad suele relacionarse con malestar estomacal, náuseas e incluso vómitos.
- Dolor de cabeza. Muchas personas experimentan cefaleas como síntoma físico de una crisis de ansiedad. Estos dolores de cabeza suelen producirse por tensión en el cuello y el cuero cabelludo.
- Parestesias. Otro síntoma habitual durante una crisis de ansiedad son las parestesias, es decir, sensaciones anormales en la piel, como hormigueos o entumecimiento.
- Problemas oculares. Durante una crisis de ansiedad, algunas personas experimentan problemas visuales, como visión borrosa o dificultad para enfocar objetos.
Es importante recordar que los síntomas físicos de una crisis de ansiedad pueden variar de una persona a otra. Además, estos síntomas a menudo van acompañados de cambios emocionales, como miedo intenso, inquietud y una sensación de pérdida de control.
¿Por qué ocurren estos síntomas físicos durante una crisis de ansiedad?
Antes de profundizar en las causas de una crisis de ansiedad es fundamental entender que este tipo de estados no es un signo de debilidad y puede afectar a cualquier persona en algún momento de su vida. De hecho, la aparición de una crisis de ansiedad suele estar relacionada con situaciones de estrés extremo, fobias, traumas pasados o incluso trastornos de ansiedad subyacentes.
Los síntomas físicos de una crisis de ansiedad se producen como respuesta del cuerpo al estrés y al miedo. Cuando el cerebro percibe una situación amenazante, sea real o imaginaria, el sistema nervioso simpático se activa. Este sistema de respuesta al estrés desencadena una serie de cambios fisiológicos diseñados para preparar al cuerpo para luchar o huir.
El aumento en la frecuencia cardíaca, la respiración acelerada y la liberación de hormonas como el cortisol son respuestas normales del cuerpo ante el estrés. Estos cambios están destinados a movilizar recursos y energía para enfrentar una amenaza. Sin embargo, en el caso de una crisis de ansiedad, esta respuesta se activa en exceso en situaciones que no representan una amenaza real.
La aceleración de la frecuencia cardíaca y la respiración se producen con el propósito de mejorar la capacidad del cuerpo para responder a la amenaza, mientras que la sudoración y los temblores son respuestas adicionales destinadas a preparar al cuerpo para la acción. Además, la tensión muscular, los dolores de cabeza y otros síntomas físicos son el resultado de la activación del sistema nervioso simpático y la liberación de hormonas de estrés.
¿Cómo manejar los síntomas físicos de una crisis de ansiedad?
El manejo de los síntomas físicos de una crisis de ansiedad es esencial para reducir la intensidad de los ataques y recuperar el control. Para ello, desde Emoción en Ebullición te comparto algunas estrategias que pueden serte útiles:
- Respiración controlada. Practicar la respiración profunda y controlada puede ayudar a calmar el sistema nervioso y reducir la sensación de falta de aire. Una técnica que puede ser efectiva es la respiración diafragmática. Para ello, inhala lenta y profundamente a través de la nariz y exhala lentamente por la boca.
- Técnicas de relajación. La relajación muscular progresiva y la meditación son técnicas que pueden ayudar a reducir la tensión muscular y aliviar el estrés. Además, estas herramientas ofrecen beneficios a largo plazo, como una mejora del sueño y una reducción de la tensión del sistema nervioso.
- Mindfulness. Practicar el mindfulness reduce la respuesta de lucha o huida del cuerpo debido a que favorece la atención en el momento presente.
- Ejercicio físico. La actividad física regular mejora el estado de ánimo y la sensación de bienestar, de modo que puede ser beneficioso para reducir la ansiedad en general y mejorar la capacidad del cuerpo para manejar el estrés.
- Evitar la cafeína y otros estimulantes. La cafeína y otros estimulantes aumentan la frecuencia cardíaca y activan el sistema nervioso simpático, encargado de la respuesta de lucha o huida. Es decir, pueden empeorar los síntomas físicos de la ansiedad.
- Consultar a un profesional de la salud mental. Si las crisis de ansiedad son frecuentes o severas, es importante buscar ayuda profesional. Las sesiones de terapia y, en algunos casos, la medicación son efectivas para el tratamiento de la ansiedad.
- Técnicas de distracción. En los momentos previos a una crisis de ansiedad, distraerse puede ayudar a reducir la intensidad de los síntomas. Nombrar objetos de tu alrededor o realizar una actividad relajante, como escuchar música, son algunos ejemplos.
Si bien los síntomas físicos de una crisis de ansiedad pueden ser muy intensos y desagradables, debes recordar que son pasajeros. No obstante, si experimentas ataques de ansiedad con regularidad, es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud que te ayude a tratar el problema de raíz. Recuerda que no estás solo.